Mi película favorita

Pellizcaste mi mejilla, jugando como siempre. Aunque tú no sabías que tus juegos sin maldad hacían crecer mi ilusión, hacían que no me pudiese quitar esa sonrisa tonta de la cara en todo el día. Me costaba horrores disimularla, pero nadie lo podía notar. 

De repente me sorprendí dando vueltas a mi anillo sin parar. Estaba nerviosa, aunque no sabía por qué. 
O más bien no quería saberlo. 

Estabas sentado a mi lado, tal vez inconscientemente, tan vez sin darle mayor importancia, tal vez sin ni siquiera mirarme...

Y las luces se apagaron.

La película empezaba y yo ya sabía que apenas me iba a enterar. Notaba, en el silencio de la sala mi respiración, mis latidos, tus carcajadas, mis latidos, tus sustos, mis latidos...Te notaba a ti, a mi lado, brazo con brazo. Demasiado cerca como para no reaccionar. 

La película continuaba, ajena a mis pensamientos. Tus carcajadas rompieron la película que yo estaba viendo dentro de mi cabeza. Y no pude evitar mirarte y quedarme en tu sonrisa, en esos labios que desprendían alegría y encendían mi deseo de besarte. 

Así es como encontré, al fin, mi película favorita, esa de la que siempre quieres hablar porque la conoces a la perfección y te encanta como acaba. 

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