Invisibilidad

A veces tengo la sensación de que soy invisible, que nadie puede verme, que puedo hacer lo que sea sin que nadie se entere. Esa sensación de libertad que se debe experimentar cuando nadie puede saber dónde estás ni qué estás haciendo... 

Sólo a veces. 

Esta sensación de invisibilidad impuesta por la sociedad. Pasear sin detenerte en los detalles de la gente con la que te cruzas, sin pensar en lo que esa gente puede estar pensando o imaginarte cómo es su vida. Esa sensación de anonimato permanente. 
A veces esta sensación está provocada por la sociedad más cercana: familia, amigos y conocidos. Sensación de invisibilidad que hace plantearse de nuevo las cosas... ¿De verdad merece la pena todo esto?
Si la respuesta es sí, puedes seguir aguantando, puedes seguir siendo el último mono, puedes seguir callando y ocultando la situación. 
Y sí, lo haces, 
Lo haces aunque cuando des tu opinión no sea escuchada, pero sí oída. Lo haces aunque cuando te expreses no te tengan en cuenta, aunque tu voto no cuente, aunque tú no cuentes.

Si crees que no merece la pena seguir callando, seguir aguantando, seguir siendo uno más (o uno menos) has de buscar nuevos horizontes, nuevas salidas, nuevas compañías. Aunque no sea fácil. 
Te arriesgas a que pase lo mismo otra vez, y acaba pasando. 
Y otra vez te ilusionas, otra vez piensas que ahora sí vale la pena, otra vez vuelves a sonreír y otra vez te chocas con la pared de la invisibilidad. 
Por que otra vez tus opiniones no cuentan, no cuentan contigo y, otra vez, tú no cuentas. 

Y vuelves a caer en esa sensación de anonimato, de soledad, de indiferencia, de invisibilidad. 
Esa sensación que te hace callar una vez más. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Fotografías

Tierra y mar

Reseña - Diez negritos de Agatha Christie