El día que me di cuenta de que no era Superwoman.

Hace un par de semanas me di cuenta de que no tenía superpoderes. 


Cuando tu cabeza te pide una pausa, lo mejor que puedes hacer es dársela. Si necesitas parar de ti mismo, para. No pasa nada. A veces es mejor parar en seco y pensar en lo que estás haciendo, organizar todo de nuevo y priorizar tus preferencias que seguir haciendo todo lo que hacías por el simple hecho de tener una rutina definida desde mucho tiempo atrás. 

Darle un respiro a la mente no es nada malo. No hablo de meditar, no. Hablo de escuchar lo que te está diciendo, hacerle caso a las señales que te manda. Puede que te falte energía, que te falte el aire, que te sobre la gente e incluso tú mismo... 

Eso hice yo hace un par de semanas. Tuve que parar mi cabeza, tirar del freno de mano y respirar hondo. Entendí que no puedo hacer todo lo que quiero hacer al mismo tiempo y, que si lo hago, no puedo hacerlo todo al 100%. Necesito priorizar y darle más importancia a lo que más me llena. Por eso me hice una lista (soy muy de hacerme listas) y me puse a pensar... 

No puedo coger todo lo que caiga del cielo. 
No puedo soportar el mayor de los pesos con mis brazos. 
No puedo cargar con sombreros de hierro sobre mi cabeza.
No puedo transportar mochilas llenas de piedras. 
No puedo beber agua de botellas llenas de agujeros. 

Pero, pese a no tener superpoderes, tengo mis propios poderes, tan fuertes como los de cualquier personaje de Marvel. 

Puedo hacer malabares con el tiempo. 
Puedo elegir qué peso quiero llevar en mis brazos, ese que me aporte positividad en mi vida. 
Puedo ir cambiando unas piedras por otras según necesite utilizar las más grandes o las más pequeñas. 
Puedo hacerle hueco a varios nidos de pájaros en mi cabeza.
Puedo arreglar las cosas que se rompen pidiendo ayuda a los demás. 


¿Y a ti, qué te llena?

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