Arriesga

A veces la vida nos pone en una tesitura en la que tenemos que elegir dos caminos, dos rumbos para nuestra vida personal, laboral, etc. Es en esos momentos en los que, personas indecisas como yo, quizá pensamos demasiado las cosas.

Y la vida no te da tanto tiempo como para poder desperdiciarlo pensando en las miles de opciones que hay a la hora de hacer algo. Si pasas demasiado tiempo pensando en lo que puede suceder después, probablemente no disfrutes; estarás siempre pensando en el futuro, en qué probabilidades hay de que ocurra una cosa u otra.

Por eso, últimamente he aprendido a tomar decisiones de una manera más liviana, más fácil y rápida. Para ello sólo hay que darle a cada momento la importancia que tiene. No todas las decisiones nos pueden costar lo mismo ni nos pueden afectar por igual, por eso hay que saber cuáles son más importantes y cuáles menos importantes, cuáles tendrán unas consecuencias más negativas si nos equivocamos al elegir y con cuáles nos la podemos jugar y arriesgar en la toma de decisiones.

Y son estas últimas las más importantes para mí. La vida dura lo que dura, no hay forma de alargarla, de saber hasta dónde vamos a llegar ni qué nos va a pasar dentro de unos años. Por eso hay que arriesgar, conocer nuevos horizontes, ponerse metas y cumplirlas, vivir siempre todas las experiencias y oportunidades que se te presenten y, sobre todo, no tenerle miedo a tomar decisiones que puedan cambiar tu vida porque, seguramente, éstas serán las que más alegrías y mejores recuerdos te dejen. Serán con las que más aprendas, con las que más vivas y más vivo te sientas.


Por eso hay que arriesgarse siempre, hay que valorar las oportunidades que te lleguen, valorar lo que te puede aportar y lo que te puede quitar, pero hacerlo con la importancia que tiene. Ni más ni menos.

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